Pacientes diabéticos, obesos, con problemas cardiacos, incluso pacientes que precisan de una operación complicada, están encontrando dificultad a la hora de ser atendidos por muchos médicos
La medicina defensiva es una desviación de la práctica médica sensata, inducida principalmente por la amenaza de demandas por negligencia profesional.
Estas prácticas defensivas, incluyen la realización de exámenes médicos innecesarios o la receta de medicamentos sin verdadero valor para el tratamiento de la enfermedad de los pacientes, con el único propósito de protegerse de posibles demandas legales.
Lamentablemente, la única posibilidad que ha encontrado la mayor parte del colectivo de médicos para afrontar una situación de amenaza constante, es practicar la denominada medicina defensiva, que origina un coste económico incalculable al sistema sanitario.
En España, el miedo a una demanda condiciona el trabajo de casi el 70 por ciento de los facultativos.
Aunque no existe en España ningún estudio sobre el coste económico que genera esta práctica, “sí que está cuantificado que los centros de salud que tienen más presión asistencial derivan más a otros especialistas y, en ocasiones, piden pruebas que no son necesarias”, según palabras de Asensio López, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc).
En estudios recientes, se estima que los cirujanos traumatólogos de Estados Unidos generan 2 mil millones de dólares al año de gastos innecesarios debido a la práctica de una medicina defensiva. Los hallazgos provienen de una encuesta nacional a 2.000 cirujanos traumatólogos seleccionados al azar a través de una lista proporcionada por la Academia Americana de Cirugía Ortopédica y Traumatología.
De los Traumatólogos encuestados en Estados Unidos, el 96 por ciento dice que practica la medicina defensiva.
En el estudio se recogieron datos sobre cuántos exámenes médicos, como radiografías o ecografías, había solicitado el médico en un mes y cuántos de ellos fueron pedidos de una manera puramente defensiva y por tanto innecesaria.
Los investigadores también examinaron la práctica de la «Medicina Defensiva Negativa”, es decir, la práctica realizada por algunos médicos para evitar tratar pacientes de alto riesgo o evitar determinados procedimientos quirúrgicos con el fin de limitar así su responsabilidad.
Cada vez encuentro en mi consulta, más pacientes diabéticos, obesos, con problemas cardiacos, incluso pacientes que precisan de una operación complicada, que no quieren ser atendidos por otros médicos.
La práctica de la medicina defensiva no sólo eleva el coste de la sanidad, sino que además puede limitar el acceso a una sanidad de calidad e incluso puede causar un elevado riesgo de daño físico en determinados pacientes que se verían sometidos a pruebas diagnósticas o tratamientos innecesarios.
Muchas de estas pruebas son invasivas y no estan exentas de riesgos y complicaciones: colonoscopias, cateterismos, gastroscopias, incluso radiografías, TAC, inyección de contrastes, tratamientos antibioticos innecesarios en determinadas operaciones (las fluorquinolonas, ciprofloxacino, se asocian a roturas tendinosas, anafilaxis), etc…
Sin embargo, el incremento de las denuncias por parte de los pacientes, tiene todavía otra consecuencia más para los médicos: para resarcirse del coste que genera cada juicio, las aseguradoras han elevado las primas de sus contratos y sus pólizas cubren cada vez menos siniestros, algo que incluso desconocen algunos médicos, que corren el riesgo de tener que pagar de su bolsillo una demanda confirmada por un juez. (Si es que tienen ese dinero).
Los riesgos de quiebra para las aseguradoras, en caso de no tener reservas para pagar siniestros, son cada vez mayores. Por eso, algunas especialidades lo tienen cada vez más difícil a la hora de encontrar un seguro.
En España, si se sigue en la dirección actual, podriamos llegar a la situación de los Estados Unidos, donde en muchos de sus estados ya no quedan ginecólogos y las futuras mamas tienen que recorrer miles de kilómetros para dar a luz, lejos de sus familias.
Como trasfondo de toda esta situación, queda la pérdida de confianza en la relación médico-paciente, tan sumamente importante y necesaria. El medico ya no trabaja en un ambiente tranquilo donde puede ejercer su profesión con total libertad pensando unicamente en la curación de su paciente.
Es necesario comenzar unas reformas que se centren más en la medicina basada en la evidencia.
En mi opinión, la solución sería desarrollar modelos estándares de práctica que fuesen aceptados en todo el país, para que los médicos no tuvieran que pedir pruebas innecesarias para protegerse de una posible denuncia, se conseguiría así una reducción de costes muy importante. Se debería establecer en todos los ámbitos sanitarios unas normas estrictas de los motivos por los que se hacen determinadas pruebas. Tales normas podrían quedar recogidas en unos protocolos para todos los profesionales, y tendrían que ser de obligado cumplimiento.
Además, se debería eliminar toda responsabilidad legal que no fuese causa directa de una negligencia.
Durante el Fellowship de 6 meses que realicé en Australia, tuve la oportunidad de aprender como los médicos ejercen su profesión bajo un entorno de absoluta libertad, respeto y confianza entre el paciente y el médico. Las demandas son casi inexitentes por el simple hecho de que los jueces no las estiman si no existe una negligencia. Esto mantiene los costes sanitarios bajos y aumenta la calidad asistencial, no imaginan hasta que punto, y la sostenibilidad a largo plazo del sistema sanitario.
En este sentido, ahora conozco y puedo comparar el sistema sanitario de Australia con el de Estados Unidos. España se encuentra en un punto de inflexión, con tendencia a seguir los pasos de Estados Unidos en este tema, pero no podrá llegar allí. La medicina en Estados Unidos mueve mucho dinero, los honorarios médicos son de hasta 20 veces más que en España, los médicos pueden pagar seguros de 250.000 US$ por año, las grandísimas aseguradoras pueden pagar indemnizaciones millonarias a los pacientes y estos han de pagar los honorarios de sus abogados, en ocasiones de hasta el 80% de la indemnización. Pero al final, quien paga todo esto, es el paciente: las pólizas de salud privada son obligatorias y pueden llegar a costar hasta 10 veces más que en España, y no hay una Seguridad Social gratuita universal.
España todavía esta a tiempo de escoger su camino.
Dr. Enrique Galindo Martens